El “buen aprendizaje” ¿Es posible?

Posted: 26/05/2021
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Gerardo Luis Lugo Rengifo
Consultor en gestión y liderazgo educativo


Recientemente participé en una actividad virtual, de las muchas que en estos tiempos se promueven por las redes sociales y plataformas en todos los ámbitos del conocimiento e intereses. En este caso, se trataba de una reunión virtual tipo conversatorio, o coloquio, en el ámbito educativo, llamada: “Café Virtual”. En esta oportunidad el dilecto educador Santiago Rincón-Gallardo nos presentaba ideas y elementos fundamentales de su libro: Liberar el aprendizaje: El cambio educativo como movimiento social. Obra que muy pronto debo leer para ir más a fondo en sus valiosas propuestas.

El autor nos ofreció una breve reflexión de impacto sobre su perspectiva de la educación y el hacia dónde ésta debe ir; superando sus funciones históricas que han estado enfocadas en la custodia, el control y la calificación y que, evidentemente, hoy por hoy, no tienen mayor fundamento. Durante su intervención recogí tres ideas centrales de las cuales deseo hablar porque considero son temas que deben ser abordados por todos aquellos que aspiramos un cambio profundo en educación y la entendemos como el núcleo de toda transformación social y cultural, en tiempos tan controvertidos.

La primera idea-fuerza que nos regaló el presentador se refiere a entender que el hecho de aprender es una práctica de libertad. El aprendizaje no puede tener ataduras y no puede conducir a prácticas que esclavicen a la persona en ningún sentido. Que el aprendizaje sea riguroso, disciplinado, sistemático y metódico, que incluso se desarrolle dentro de un determinado paradigma, no implica que ate a las personas en sus dimensiones más profundas; la experiencia educativa debe orientarse siempre hacia la libertad humana en toda su magnitud.

De acuerdo con esto, los sistemas educativos y las escuelas deben revisar sus bases y fundamentos de intencionalidad a fin de asegurar que el aprendizaje se logre de manera que permita la libertad de pensamiento y acción, garantizando los medios y recursos que impacten profundamente en cada estudiante. El especialista nos hizo entender que en el contexto donde se juega esa práctica educativa hacia la libertad se juega también la democracia, cosa que definitivamente compartimos y representa un enorme reto en nuestra región latinoamericana.

De acá la segunda idea poderosa que me llamó la atención en su intervención y con la que hice vínculo inmediatamente; es sobre el planteamiento de la educación como un proyecto humano que implica hacer del aprendizaje una práctica visible. Nos acerca a la necesidad de que el aprendizaje se coloque al centro de la actividad escolar, replanteando la raíz de la dinámica pedagógica que en la actualidad se suele ejecutar en las escuelas, para ir más allá de lo que hoy nos propone el sistema educativo y la gestión escolar, donde lo curricular, en cuanto a cumplimiento estricto del mismo, y otra cantidad de asuntos administrativos parecen tener la prioridad. Se rescata acá el carácter fundamental de la educación con un enfoque humanista y que necesariamente toca lo pedagógico, lo social y lo político. Un tema que todo liderazgo educativo debe tener en cuenta, toda vez que se suele poner como prioridad, en medio de la vorágine de la dinámica de las escuelas, aspectos más administrativos de la gestión escolar, con la tendencia a obviar el foco en las personas involucradas. Los líderes educativos son presionados desde diversas instancias superiores (en el sector oficial y el privado) para que logren metas administrativas, financieras, y para cumplir con las normas y regulaciones, restando enorme tiempo al tema de los aprendizajes y al crecimiento de cada estudiante.

Una tercera idea de gran relevancia, entre otras de profunda connotación, se refiere a la necesidad de cambiar el núcleo del aprendizaje en el sistema educativo. De acá la posibilidad de que las experiencias que se dinamizan en las escuelas funcionen como verdaderos movimientos sociales, basados en un cambio de la cultura escolar. La escuela debe abandonar radicalmente su rol como repetidora de lo que el sistema educativo establece, curricular y administrativamente, y debe enfocarse en dar un cambio permanente al sistema para que éste se renueve y esté atento a las innovaciones y nuevas miradas requeridas por una sociedad cambiante. Este cambio de cultura escolar implicaría una fuerza que se concentra en los actores del hecho educativo y en el que el co-aprendizaje se hace presente. Nos hizo ver el presentador que “los buenos maestros aprenden con sus estudiantes, los buenos directores aprenden con sus maestros y los buenos sistemas educativos aprenden de sus escuelas”.

Quienes estamos en las escuelas, especialmente los líderes educativos, por lo tanto, debemos fomentar esa cadena de co-aprendizajes que permitirán el cambio de las estructuras más tradicionales.

Ciertamente, con estas y otras ideas, el autor me dejó la curiosidad por leer y conocer más de sus propuestas y reflexiones, por lo que se me ha planteado como reto personal el seguir indagando en sus investigaciones y la del potente grupo de reflexión y trabajo educativo que representa en el ámbito internacional.

En la conversación capté también que el presentador hizo mención varias veces al término “buen aprendizaje”, y de allí surgió la pregunta que le compartí a él y a la distinguida audiencia que participaba en el evento. Quise saber sobre lo que entendía por “buen aprendizaje” y cómo éste se manifestaba o evidenciaba en la dinámica escolar, si este "buen aprendizaje" era posible. Hice ver, para sustentar mi consulta, que a mi juicio calificar de bueno o malo un aprendizaje es acudir a unas categorías morales que pueden ser socialmente conflictivas, por no hablar de su implicación emocional.

El aprendizaje, según los criterios o estándares formalmente establecidos, se logra o no se logra, se alcanza o no; en todo caso, se logra parcialmente o incluso por encima de las expectativas planteadas para el nivel o para las aspiraciones iniciales. Podemos hablar de niveles de aprendizaje: iniciado, en proceso, logrado, consolidado. Pero ¿hasta qué punto se podría hablar de “buen (o mal) aprendizaje”?

A mi juicio, ubicar lo bueno o lo malo de un aprendizaje es un tema complicado que me llamó la atención y quise indagar más sobre el mismo, en el marco de esta reflexión en la que estaba participando. El Dr. Rincón-Gallardo, hombre de experiencia en el ámbito educativo global, me respondió ágilmente entendiendo la disyuntiva que le estaba revelando y aceptando que esta se puede presentar cuando se habla de buen o mal aprendizaje. Acotó que se trata sobre todo de entender que en la medida que este aprendizaje no promueve a las personas, no tiene como propósito la transformación y no moviliza el contexto social, el mismo no será bueno.

Comprendemos el marco en el que se desarrollan las ideas del ponente, toda vez que es quien coordina el área de investigación sobre las nuevas pedagogías profundas del afamado Michael Fullan, una autoridad mundial en transformación de sistemas educativos; en virtud que en sus proyectos buscan “fomentar el aprendizaje profundo para que todos los sujetos del hecho educativo contribuyan al bien común, aborden los desafíos globales y prosperen en un mundo complejo”. Siendo así, para el autor se entiende como “buen aprendizaje”, lo que permita acercar a los estudiantes a esa profundidad de vida y de movilización social.

De esta manera, podemos acoger con Santiago Rincón-Gallardo que es posible hablar de “buen aprendizaje”, no en tanto se logra satisfactoriamente el proceso neuro-cognitivo que vive cada uno al momento de adherir ideas, conceptos, experiencias, valores, acciones; sino, en tanto y en cuanto, este aprendizaje, de forma personal y colectiva, permite que todos los involucrados en la experiencia escolar estén inspirados y movilizados hacia una transformación permanente del hecho educativo y de la sociedad misma. Una dinámica que se va logrando en la medida que se comparte lo que se aprende, socializando las vivencias y el crecimiento que cada uno logra a la vez que el aprendizaje nos libera y nos permite construir sociedades más libres.

Como siempre, los educadores, mucho más los líderes educativos, que asumimos responsabilidades de gestión, tenemos que vernos interpelados por la realidad cambiante del mundo actual, y entender si nuestras escuelas y nuestro sistema educativo se movilizan de manera armoniosa y al compás de este dinámico y avasallante proceso global. De no ser así, nos podemos estar haciendo cómplices del estancamiento de nuestras escuelas y, por ende, del estancamiento de los ciudadanos que tenemos bajo nuestra responsabilidad proyectar, en libertad, hacia un futuro mejor.

A propósito de este compartir experiencias y aprendizajes les invito a contactar con EdVolution Perú (http://edvolutionperu.com.pe/), que fue la organización que nos invitó a participar en este interesante coloquio virtual con el Dr. Santiago Rincón-Gallardo y tener contacto con sus retadoras ideas. EdVolution Perú está haciendo un trabajo muy interesante en este proceso de transformación en nuestro medio, enfocados en la formación y acompañamiento del liderazgo educativo; es esta oportunidad, por medio de su “Café Virtual”, nos ha regalado un buen rato de reflexión y de nuevas ideas para implementar en nuestra práctica educativa.


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